Condromalacia: una causa frecuente de dolor en la rodilla
La condromalacia, también conocida como condromalacia rotuliana, es una afección caracterizada por el desgaste o reblandecimiento del cartílago que recubre la parte posterior de la rótula. Este cartílago permite que la rodilla se mueva de forma suave y sin fricción, por lo que su deterioro puede generar dolor, inflamación y limitación funcional.
Es una de las causas más comunes de dolor anterior de rodilla, especialmente en adolescentes, adultos jóvenes y personas físicamente activas, aunque también puede presentarse en adultos mayores.
¿Por qué se produce la condromalacia?
La condromalacia suele ser el resultado de una combinación de factores mecánicos y funcionales. Entre las causas más frecuentes se encuentran:
- Sobrecarga repetitiva de la rodilla, como ocurre en deportes de impacto o actividades con flexiones constantes.
- Mala alineación de la rótula, que provoca un roce anormal contra el fémur.
- Debilidad o desequilibrio muscular, especialmente del cuádriceps.
- Traumatismos directos en la rodilla.
- Alteraciones en la pisada o en la biomecánica de la marcha.
En muchos casos, no existe una sola causa, sino varios factores que contribuyen al desgaste progresivo del cartílago.
Síntomas más comunes
El principal síntoma de la condromalacia es el dolor en la parte anterior de la rodilla, que suele empeorar al:
- Subir o bajar escaleras
- Permanecer sentado por periodos prolongados
- Realizar sentadillas o ponerse en cuclillas
- Practicar ejercicio de impacto
También puede presentarse sensación de rigidez, inflamación leve o un “crujido” al mover la rodilla.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico se basa principalmente en la evaluación clínica, donde el médico analiza los síntomas, la movilidad y la alineación de la rodilla. En algunos casos, se solicitan estudios de imagen como:
- Resonancia magnética, para valorar el estado del cartílago.
- Radiografías, para descartar otros problemas articulares.
Tratamiento de la condromalacia
El tratamiento depende de la gravedad de la lesión y de los síntomas del paciente. En la mayoría de los casos, el manejo es conservador e incluye:
- Reposo relativo y modificación de actividades.
- Fisioterapia enfocada en fortalecer y equilibrar los músculos del muslo.
- Analgésicos o antiinflamatorios, bajo indicación médica.
- Corrección de alteraciones biomecánicas, como el uso de plantillas.
En casos más avanzados o cuando el tratamiento conservador no es suficiente, puede valorarse el tratamiento quirúrgico, generalmente mediante artroscopía.
¿Se puede prevenir?
Aunque no siempre es evitable, el riesgo de condromalacia puede reducirse manteniendo una buena condición física, fortaleciendo los músculos de la pierna, evitando el sobreentrenamiento y atendiendo de forma oportuna el dolor de rodilla.
Un diagnóstico temprano permite controlar los síntomas y prevenir un mayor deterioro del cartílago.