Cuando el cuerpo grita lo que el alma calla: el costo de postergar la Terapia
Tratamiento profesional diseñado para ayudar a las personas a comprender y manejar sus pensamientos, emociones y comportamientos.
Hay una frase que se escucha con frecuencia: “El cuerpo habla lo que la mente no se atreve a decir”. Pero hay algo aún más preocupante: el cuerpo grita lo que el alma lleva demasiado tiempo callando.
Muchas personas postergan la decisión de ir a Terapia. No por falta de necesidad, sino por miedo, por duda, por costumbre o simplemente porque creen que "lo pueden manejar". Pero el cuerpo no espera. El cuerpo no negocia. El cuerpo actúa. Y muchas veces, lo hace con fuerza. Procrastinar la terapia enferma. Y a veces, lentamente, te rompe.
Puede comenzar con un Insomnio aquí, una contractura allá. Una Gastritis intermitente. Una sensación de Fatiga que no se va. Y luego, cuando lo emocional no se ha atendido, aparecen los síntomas físicos que no tienen causa médica aparente. O que tienen diagnóstico, pero no solución.
Casos reales: cuando lo emocional se hace carne
Los terapeutas han visto, una y otra vez, cómo el cuerpo se convierte en mensajero del dolor emocional ignorado. Algunos casos que llegaron a consulta:
El Sarpullido de las palabras no dichas
Una paciente acudió con sarpullido en brazos y pecho. No era alérgico. No respondía a medicamentos. Y entonces, al hablar, soltó una frase que reveló todo: “Es que tengo tantas cosas que no he dicho que siento que se me salen por la piel”. Lo que estaba "a flor de piel" no era una reacción dermatológica. Era emocional.
El peso en los hombros del que carga con todos
Un hombre de familia. Responsable. Sólido. Pero con un dolor constante y entumecimiento en hombros y cuello. “Me siento como si estuviera cargando a toda mi familia” y no era metáfora. Su cuerpo lo estaba cargando literalmente.
El joven que se arrancaba el cabello para arrancar a su madre de su mente
Un chico de veintitantos, con mechones de cabello en la mano y ansiedad al límite. “Es que no puedo dejar de pensar en lo que me hizo mi mamá, me arranco el pelo sin darme cuenta”. Su cuerpo buscaba sacar de raíz un conflicto no resuelto.
La garganta que se cerraba por tragarse las emociones
Una mujer sentía un nudo constante en la garganta. Luego, Náuseas. Y después, Vómitos intensos, sin causa física. El patrón se repetía tras discusiones familiares. “Me trago todo lo que siento. Pero cuando no aguanto, lo suelto y exploto” El cuerpo primero la contenía. Y luego la obligaba a soltar, de forma brusca, lo que no podía expresar de forma saludable. El cuerpo no necesita más medicina. Necesita permiso para sanar.
No estamos diciendo que todos los síntomas físicos sean emocionales. Pero cuando los médicos descartan causas orgánicas, la Psicoterapia puede ser la vía de acceso para despresurizar lo que llevas acumulando desde hace años. Postergar la terapia es postergar la salud.
Y cuando lo haces, el costo es alto:
- Gasto innecesario en estudios clínicos
- Medicación para síntomas que volverán
- Baja productividad por malestar físico crónico
- Mal humor, Fatiga, falta de energía
- Aislamiento social o rupturas familiares por reacciones desproporcionadas
¿Por qué esperar a que el cuerpo colapse para hacer algo por ti?
Hay quienes llegan a consulta como última opción, después de tocar fondo. Pero no tiene que ser así. En mi espacio de terapia, el cambio empieza desde la primera sesión.
Desde el primer encuentro, el cliente siente que su historia tiene sentido. Que no está loco. Que hay una salida. Y con eso, comienza el alivio. El enfoque no es de sesiones eternas. Es de resultados claros. Se trabaja bajo una mirada sistémica, que no solo considera al paciente, sino el entorno que lo afecta y que él también puede transformar.
No se trata solo de “hablar”. Se trata de reordenar las piezas internas y externas como un rompecabezas, utilizando los recursos que ya tienes, pero que quizás aún no sabes cómo usar.
¿Qué estás esperando para dejar de postergar tu bienestar?
A veces creemos que estamos aguantando. Pero en realidad, nos estamos enfermando. No ignores tus síntomas. No normalices vivir al límite. No sigas aplazando la decisión que puede devolverle salud, estabilidad y paz a tu vida. ¿Y si hoy decides escucharte de verdad?