Hepatitis: causas y métodos preventivos
Causas
Las afecciones del hígado pueden ser de dos tipos: de corto tiempo y las que lo afectan a largo plazo, estas últimas son inflamaciones que permanecen por mucho tiempo y son la causa más importante de cirrosis. El especialista competente en este tema es un cirujano hepatobiliar.
Las causas más frecuentes de hepatitis en nuestro país son por infección de virus b o c, exceso de alcohol y trastornos metabólicos como: hígado graso (asociado a diabetes), trastornos en los lípidos, sobrepeso y otras menos frecuentes como enfermedades de origen inmunológico.
Tratamiento y Prevención
El tratamiento está dirigido a corregir la causa, el manejo médico y la suspensión del factor agresor por completo es fundamental. Evitar los riesgos es la mejor decisión, muchas veces los pacientes no saben que lo padecen porque esta enfermedad no tiene síntomas.
La hepatitis crónica si se detecta de forma temprana es curable, el pilar del tratamiento es suspender el factor agresor, como pueden ser alcohol y/o grasas, tratar el virus con medicamentos antivirales, una vez que un paciente tiene cirrosis no tiene cura, solo se controla y se evita llegar al trasplante, que es una única alternativa final.
Debido a que el hígado es un órgano vital necesitamos uno funcional y sano para vivir, cuando falla solo se puede salvar la vida con un trasplante, se quita ese órgano dañado y se coloca uno nuevo. Generalmente viene de un donante de muerte cerebral, pero también se pueden hacer trasplantes de donadores vivos.
Esta es una cirugía de alto riesgo, que conlleva muchas complicaciones, el número de donantes disponible es poco y eso también es un factor que dificulta la operación.
Diagnóstico de cirrosis, que esperar
Un paciente que tiene cirrosis tiene una expectativa de vida corta y una mala calidad de vida, la lista de espera de trasplante de hígado en nuestro país es de 500 a 600 pacientes, el tiempo que se requiere para conseguir un donante es alrededor de un año.
La cirugía dura entre 8 y 12 horas, durante este tiempo se requieren constantes chequeos, estudios y control sobre la ingesta y estado de salud general del paciente.
La recuperación de la cirugía es de dos o tres semanas si no hay complicaciones, aproximadamente tres meses después de la cirugía él paciente puede incorporarse a su vida normal, con consultas periódicas por el resto de su vida.