La Hipertensión Arterial, también conocida como presión arterial alta, es una de las Enfermedades Crónicas más frecuentes y peligrosas que afectan a la población mexicana.
Esta condición representa un serio problema de salud pública, ya que no solo incrementa el riesgo de eventos cardiovasculares graves como infartos y accidentes cerebrovasculares, sino que también suele presentarse sin síntomas evidentes, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento oportuno.
Según datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), alrededor del 30% de los adultos en México padecen Hipertensión, y se estima que una gran parte de ellos no están diagnosticados. Por esta razón, la Hipertensión ha sido denominada la “asesina silenciosa”.
¿Qué es la Hipertensión Arterial?
La Presión Arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias cada vez que el corazón late. Esta presión tiene dos componentes:
- Presión Sistólica: cuando el corazón se contrae y bombea sangre (valor más alto)
- Presión Diastólica: cuando el corazón se relaja entre latidos (valor más bajo)
Se considera que una persona tiene Hipertensión cuando sus niveles se mantienen en o por encima de 140/90 mmHg en múltiples mediciones. Este padecimiento puede clasificarse de la siguiente manera:
- Hipertensión grado 1: 140-159 / 90-99 mmHg
- Hipertensión grado 2: 160-179 / 100-109 mmHg
- Hipertensión grado 3: ≥180 / ≥110 mmHg
- Crisis hipertensiva: ≥180 / ≥120 mmHg (requiere atención médica urgente)
Causas y factores de riesgo en México
En la mayoría de los casos, la Hipertensión no tiene una causa única identificable, lo que se conoce como Hipertensión Primaria o Esencial. Sin embargo, existen factores de riesgo bien establecidos, muchos de los cuales son modificables:
- Obesidad y Sobrepeso: más del 70% de los adultos en México presentan exceso de peso
- Alta ingesta de sodio: la dieta mexicana promedio contiene más sal de la recomendada
- Consumo de alcohol y tabaco
- Sedentarismo: gran parte de la población no realiza actividad física de forma regular
- Estrés Crónico
- Diabetes Mellitus tipo 2
- Enfermedad Renal Crónica
- Antecedentes familiares de Hipertensión
- Edad avanzada (mayores de 60 años)
También existe la Hipertensión Secundaria, causada por enfermedades como Trastornos Hormonales, Apnea del Sueño, o problemas renales, aunque representa un porcentaje menor de los casos.
¿Cuáles son los síntomas?
En muchos casos, la Hipertensión Arterial no presenta síntomas hasta que ya ha causado daños importantes. Cuando se manifiesta, los síntomas más comunes incluyen:
- Dolor de Cabeza persistente, especialmente en la parte posterior de la Cabeza
- Mareos o sensación de inestabilidad
- Palpitaciones o latidos irregulares
- Visión borrosa o destellos luminosos
- Cansancio inexplicable
- Zumbido en los oídos
Por su naturaleza silenciosa, es esencial medirse la presión arterial periódicamente, especialmente si se tienen factores de riesgo.
¿Qué complicaciones puede causar?
La Hipertensión mal controlada puede provocar daño progresivo a varios órganos vitales, incluyendo:
- Corazón: Hipertrofia del Ventrículo Izquierdo, Insuficiencia Cardíaca, Angina de Pecho e Infarto Agudo de Miocardio
- Cerebro: mayor riesgo de Accidente Cerebrovascular (ACV) y deterioro cognitivo
- Riñones: Enfermedad Renal Crónica y posible necesidad de Hemodiálisis
- Ojos: Retinopatía Hipertensiva, que puede llevar a la pérdida de visión
- Arterias: Arteriosclerosis Acelerada, con mayor riesgo de Aneurismas y obstrucciones
El control temprano de la presión arterial reduce drásticamente el riesgo de estas complicaciones.
¿Cómo se diagnostica la Hipertensión?
El diagnóstico se realiza de manera sencilla mediante la medición de la presión arterial con un tensiómetro digital o manual. Para una evaluación precisa, se recomienda:
- Medirse en reposo y en un ambiente tranquilo
- Evitar consumir café o tabaco 30 minutos antes de la medición
- Realizar al menos dos mediciones en días distintos
También pueden utilizarse herramientas como el Monitoreo Ambulatorio de Presión Arterial (MAPA) y el monitoreo domiciliario, útiles para descartar el “efecto de bata blanca” (presión alta solo en el consultorio médico).
Tratamiento de la Hipertensión Arterial
El tratamiento busca reducir y mantener la presión arterial dentro de rangos normales. El enfoque es integral e incluye cambios en el estilo de vida y, en muchos casos, tratamiento farmacológico.
Cambios en el estilo de vida
- Reducir el consumo de sal (menos de 5 gramos diarios)
- Comer frutas, verduras y alimentos ricos en potasio
- Disminuir la ingesta de grasas saturadas y azúcares
- Bajar de peso si hay Sobrepeso u Obesidad
- Realizar ejercicio físico regularmente (caminar, nadar, bicicleta)
- Evitar el consumo de alcohol y dejar de fumar
- Dormir bien y controlar el Estrés
Tratamiento con medicamentos
El médico puede indicar fármacos como:
- Diuréticos tiazídicos
- Inhibidores de la Enzima Convertidora de Angiotensina (IECA)
- Antagonistas del Receptor de Angiotensina II (ARA-II)
- Betabloqueadores
- Calcioantagonistas
El tipo de medicamento dependerá del perfil del paciente, su edad, otras enfermedades coexistentes y el nivel de presión arterial.
Prevención: clave para combatir la Hipertensión en México
La mejor forma de enfrentar esta enfermedad es prevenirla. Algunas acciones recomendadas para reducir la incidencia en México incluyen:
- Promoción de una dieta saludable desde la infancia
- Fomento del ejercicio físico en escuelas y lugares de trabajo
- Etiquetado claro de alimentos ultraprocesados
- Campañas de detección temprana en centros de salud
- Consultas médicas preventivas periódicas
¿Qué especialista trata la Hipertensión Arterial?
Aunque el Médico General o Familiar puede diagnosticar y dar tratamiento inicial a la Hipertensión, en casos más complejos es necesario acudir con un especialista como:
- Cardiólogo: en caso de daño al corazón o presión difícil de controlar
- Internista: para manejo integral de enfermedades crónicas
- Nefrólogo: si hay daño renal asociado
- Endocrinólogo: si la causa es hormonal
La Hipertensión Arterial es una enfermedad crónica de alta prevalencia en México, que muchas veces pasa desapercibida hasta que causa daños severos. Su detección temprana, seguimiento médico continuo y control adecuado pueden prevenir complicaciones potencialmente mortales.