Sentir las piernas pesadas, hinchadas o adoloridas al final del día no siempre es una simple consecuencia del cansancio. En muchos casos, estos síntomas reflejan un problema más profundo: la Insuficiencia Venosa Crónica (IVC), una afección vascular que afecta millones de personas, especialmente mujeres y adultos mayores.
A menudo confundida con un problema estético, la Insuficiencia Venosa Crónica es en realidad una enfermedad progresiva que, si no se trata a tiempo, puede derivar en complicaciones serias como úlceras varicosas, trombosis o deterioro de la calidad de vida.
¿Qué es la Insuficiencia Venosa Crónica?
La Insuficiencia Venosa Crónica es un trastorno del sistema circulatorio que se produce cuando las válvulas venosas de las piernas no funcionan correctamente, lo que impide el retorno adecuado de la sangre al corazón. Como consecuencia, la sangre se acumula en las venas de las extremidades inferiores, generando presión, inflamación y síntomas progresivos.
En condiciones normales, las venas cuentan con válvulas unidireccionales que ayudan a que la sangre venza la fuerza de gravedad. Cuando estas válvulas se debilitan o dañan, el flujo retrógrado (reflujo venoso) provoca dilatación venosa, edema y alteraciones en la piel.
¿Qué causa la Insuficiencia Venosa Crónica?
Son múltiples los factores que contribuyen al desarrollo de esta enfermedad. Los más comunes incluyen:
- Predisposición genética
- Sexo femenino, especialmente en mujeres con antecedentes de embarazo múltiple
- Edad avanzada
- Sedentarismo o trabajos que requieren estar de pie por muchas horas
- Obesidad o Sobrepeso
- Trombosis Venosa Previa (Síndrome Postrombótico)
- Uso prolongado de anticonceptivos hormonales o terapia de reemplazo hormonal
Además, el riesgo aumenta con el tiempo. Por eso, es común que muchas personas atribuyan sus molestias al envejecimiento sin buscar atención médica especializada.
Síntomas comunes de la Insuficiencia Venosa Crónica
La presentación clínica de la Insuficiencia Venosa Crónica puede variar según la fase de la enfermedad. Los síntomas iniciales pueden parecer leves o intermitentes, pero progresan si no se tratan.
Los más frecuentes incluyen:
- Pesadez y cansancio en las piernas, especialmente al final del día
- Edema o hinchazón, particularmente en tobillos y pantorrillas
- Dolor sordo o ardoroso, que mejora al elevar las piernas
- Calambres nocturnos
- Venas varicosas visibles o dilatadas
- Cambios en la piel, como hiperpigmentación, sequedad o descamación
- Picazón o dermatitis varicosa
- Úlceras Venosas, sobre todo en la cara interna del tobillo
Estos síntomas suelen empeorar con el calor, la Menstruación, los Embarazos o tras permanecer de pie mucho tiempo.
Clasificación clínica de la Insuficiencia Venosa (escala CEAP)
La clasificación CEAP es el sistema más utilizado para describir la severidad de la Insuficiencia Venosa. Se basa en:
- C (Clínica): desde C0 (sin signos visibles) hasta C6 (úlceras activas)
- E (Etiología): primaria, secundaria (postrombótica) o congénita
- A (Anatomía): venas superficiales, profundas o perforantes
- P (Patofisiología): reflujo, obstrucción o ambos
Esta clasificación permite un enfoque más personalizado y un mejor seguimiento de la enfermedad.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de Insuficiencia Venosa Crónica se realiza a través de:
- Historia clínica detallada y examen físico, con especial atención a la presencia de várices, edema o cambios en la piel
- Ultrasonido Doppler venoso: estudio clave para evaluar el flujo sanguíneo, detectar reflujo valvular y descartar trombosis venosa profunda
- Fotopletismografía o venografía, en casos seleccionados
El diagnóstico debe ser realizado por un Angiólogo o Cirujano Vascular, ya que solo un especialista puede definir el grado de afectación y el tratamiento más adecuado.
Tratamiento de la Insuficiencia Venosa Crónica
El tratamiento depende de la etapa clínica y puede incluir medidas conservadoras, farmacológicas o intervenciones quirúrgicas o endovasculares.
Tratamiento conservador
- Medias de compresión graduada, personalizadas según la presión y altura
- Elevación de piernas al dormir o en momentos de descanso
- Ejercicio físico regular, especialmente caminatas
- Evitar estar mucho tiempo de pie o sentado sin moverse
- Control del peso corporal
Tratamiento farmacológico
- Flebotónicos o venotónicos (ej. diosmina, hesperidina, troxerutina)
- Analgésicos o antiinflamatorios, para aliviar molestias
- En algunos casos, anticoagulantes, si hay riesgo de trombosis
Tratamiento Quirúrgico o Endovascular
Cuando los tratamientos conservadores no son suficientes, se puede recurrir a técnicas más avanzadas:
- Escleroterapia: inyección de una sustancia que cierra las venas afectadas
- Ablación endovenosa con láser o radiofrecuencia: procedimiento mínimamente invasivo para sellar venas enfermas
- Microcirugía de Várices (Flebectomía ambulatoria)
- Cirugía convencional de safena (actualmente menos frecuente)
Estos procedimientos son ambulatorios, con tiempos de recuperación cortos y excelentes resultados estéticos y funcionales.
¿Qué pasa si no se trata la Insuficiencia Venosa?
Ignorar la Insuficiencia Venosa Crónica puede llevar a complicaciones serias, como:
- Progresión del daño venoso y aumento del dolor
- Úlceras varicosas crónicas, difíciles de tratar
- Tromboflebitis superficial o Trombosis Venosa profunda
- Infecciones cutáneas como Celulitis o Erisipela
- Limitaciones funcionales para caminar o trabajar
Cuanto más tarde se trate, más difícil es revertir el daño. Por eso, la atención temprana es clave.
¿Cómo se puede prevenir?
Aunque no siempre es posible prevenir por completo, sí se pueden reducir los factores de riesgo con hábitos saludables:
- Realizar actividad física regular
- Usar ropa cómoda y calzado adecuado
- Evitar el sedentarismo prolongado
- Mantener un peso saludable
- Elevar las piernas al descansar
- Utilizar medias de compresión si hay predisposición hereditaria
- Controlar enfermedades asociadas como Diabetes, Hipertensión o Dislipidemia
Las piernas cansadas no siempre son algo normal
La Insuficiencia Venosa Crónica es una enfermedad progresiva, pero tratable. Lo importante es reconocer sus primeros signos, acudir al especialista y seguir un tratamiento adecuado que no solo alivie los síntomas, sino que también prevenga complicaciones graves.
El cuidado vascular no debe dejarse para después. Escuchar lo que las piernas dicen —con cansancio, dolor o hinchazón— puede ser el primer paso para recuperar la salud circulatoria y mejorar la calidad de vida.